Debe ser
muy difícil enfrentarse a la cruda realidad que nos persigue a donde vamos,
menos al espacio diminuto donde los sueños son la realidad alterna, que a veces
nos consuela del dolor, pero que también nos causa mal estar emocional.
No me
siento especial por no sentir tan vivo ese dolor de nostalgia, incluso a veces
me siento mal por que mi corazón no se estruja tanto como he visto en los ojos
de los que amo y amé. A veces cuando lo reflexiono llego a la triste conclusión
de que; a veces soy demasiado frívolo para cuestiones familiares. Propias o
ajenas. Todo es un gran circulo de circunstancias incriminartes que dan otra
cara a ojos de terceros, y no es precisamente que no me importe, es que me hago
a la idea de dejar ir todo recuerdo que no quiera estar o no pueda estar cerca
de mi almohada y mi corazón. Pero después de un rato de darle vueltas termino sintiéndome
bien por que a ojos de terceros, tengo el poder de transmitir esa fortaleza que
a veces considero colosal ante situaciones como estas. Psicológicamente podría decirse
que es bueno pues ayuda al corazón a afrontar el despido, y seguir con el
camino después de la piedra en el zapato, con todo y heridas, el tiempo se
encargara de cicatrizarlas.
Calmar sus iras de tristeza es difícil,
mas para uno que acaba de registrarse en la bitácora de sus vidas, sin embargo
me he topado con la buena fortuna de transmitir confianza, y a veces seguridad,
que me alegra tanto poder contar con ello, pues es mas fácil llegar al corazón,
y tratar de remover esas manchitas de pasado que se alojan bajo las arterias.
Aun que debo reconocer que no tengo la habilidad para terminar con el dolor de
un solo tajo, pero les juro que mi intención no es mala, solo trato de que su
sonrisa no se pierda en un mar de lagrimas amargas. Tanto es mi devoto complejo
de samaritano que los invito a todos, que si sienten que mi ayuda no sirve, me
den la espalda, y caminaremos en direcciones opuestas, así como prometer hacer
de cuenta que nada paso, si nos volvemos a encontrar en algún punto de nuestros
caminos, para evitarse la molestia de recordarme, hablarme, o si quiera
saludarme. Soy hombre de palabra, mis errores tendré, mas no los repito dos
veces. Saludo a quien me saluda, amo a quien me ama, y respeto a quien me
respeta. Y dejo la iniciativa en sus manos por que soy menos grosero que el
mundo entero, mi nobleza es símbolo de mi bandera. Por eso con justicia miro a
quien me discrimina, y espero que su conciencia le atormente hasta que me pinte
una disculpa en un trozo de papel…
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